El s. XX fue el siglo de la información unidireccional.
La televisión, la radio y los periódicos nos informaban de los acontecimientos.
Los padres informaban a los hijos de las normas de la casa y en la empresa, los jefes se guardaban los datos e informaban a los empleados de los objetivos anuales.
El XXI, en cambio, es el siglo de la comunicación.
La principal diferencia entre información y comunicación es que la información relaciona personas con datos y la comunicación relaciona personas entre sí. Además, en esta última, existe feedback o retroalimentación.
La interactividad de los medios de comunicación ha generado una nueva experiencia en el consumo de noticias: todos formamos parte de ellas. Una persona graba un acontecimiento con su teléfono y puede salir en los telediarios, uno hace un comentario en las redes sociales y sale en las portadas de los periódicos o lo mencionan en la radio. Nos hemos convertido en emisores: escribimos artículos, hacemos vídeos e incluso creamos periódicos.
Esos mismos cambios que se han producido en los medios de comunicación, también se dan en la familia y en la empresa.
En casa, la interacción es constante: correos, redes sociales, sms, wassups, etc. Uno puede estar a 10.000 km y sentir a la familia muy cerca. Los hijos opinan sobre las normas y se negocia la convivencia.
¿Y en la empresa?
Por mucho que algunos se resistan, en la empresa sucede lo mismo:
- Las jerarquías son cada vez más planas.
- Los equipos se organizan por proyectos: pasamos de una organización geométrica a una orgánica.
- El uso de la tecnología ha fomentado la puesta en común de ideas y novedades.
- La mayoría de los procesos se han transformado debido a la tecnología.
- Antes, el poder era acaparar información, ahora tiene más poder el que más comparte.
Pero ¿sabemos compartir?
Para ayudar a los profesionales a posicionarse en esta nueva era, he participado con Carmen Posadas y Gervasio Posadas en la creación de la Escuela de comunicación eficaz: Yo quiero comunicar, que dispone de dos cursos online para aprender a escribir de forma eficaz a nivel profesional y a exponer y convencer.
Porque los principales retos a los que nos enfrentamos profesionalmente son:
- Sobrecarga comunicativa.
- Distinguir entre el ruido y la calidad.
- Dificultad de resultar relevante.
Creo que en el futuro, las herramientas 3.0, 4.0, la 5, la 6, la 7 y todas las que vengan detrás tendrán que ir en ese camino, deberán ayudarnos a:
- Filtrar los comentarios que aportan y los que no.
- Gestionar cantidades ingentes de información.
- Interrelacionar pensamientos e ideas para que éstos no se pierdan en el océano de las redes sociales.
Y cada uno de nosotros puede ir preparándose con mecanismos como:
- Cuidar y pulir nuestro estilo para producir una comunicación de calidad y pertinente. Para ello, podemos formarnos en comunicación y redes sociales.
- Tener unos sistemas de archivo (tanto de contactos como de informaciones) sistemáticos y ordenados para que la cantidad no nos desborde, nos abrume o nos perdamos en ella.
- Ser tolerantes a la imperfección. Ni en 7 vidas podríamos digerir toda la información que está a nuestra disposición, por lo que conviene elegir y no tratar de llegar a todo.
- No emitir por emitir. Muchas veces la mejor opción es el silencio.
- Aprender a escuchar con verdadera atención.
- Buscar momentos de desconexión total para desintoxicarnos.
- Tratar de mantenernos abiertos a los cambios que vendrán: no sobrevive el más fuerte, ni el más inteligente, sino el que mejor se adapta.
Los grandes genios han sido siempre grandes visionarios: Galileo, Leonardo, Einstein, Hawkins, ¿Page?, ¿Zuckerberg?
Busquemos herramientas que nos ayuden a surfear la ola del cambio permanente, que es lo único estable.
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